Construir una vivienda es primero un asunto económico. Se pretende controlar el gasto en ese principio, aprovechando al máximo el terreno, pero sin pensar en el coste de mantenimiento a largo plazo. Controlar gasto es reducir la cantidad de material en la obra. Un tejado bajo con marquesina corta, un bloque único de casa, pocas aperturas, un patio obrado de cemento. Y cuando se pueda, pues aire acondicionado. Paredes expuestas con pocas aperturas son paneles que absorben el calor del sol, el cual irradia al interior. Exteriores obrados absorben calor que irradia hacia las paredes, y al interior. El calor tiende a subir y con un techo bajo, acaba acumulándose al nivel de la vivienda. Pocas aperturas no permiten corriente de aire. Un bloque único es un volumen más grande de aire caliente acumulado, difícil de refrescar. Un tejado bajo evacua con menos facilidad el agua de lluvia, fomentando goteras, filtraciones, y humedad. Aperturas expuestas dejan entrar agua en caso de aguacero venteado y las ventanas deben cerrarse, no dejando entrar el fresco. Un suelo de cemento no drena y en caso de aguacero, el patio se inunda. Es necesario pensar que una vivienda es para años. Y lo que se ahorra al principio, acaba costando continuamente caro más tarde. Con despilfarro energético y pérdida de calidad de vida, en una casa insalubre.